Ir al contenido principal

La enseñanza de los tres monos


Francesc Miralles
religion
Ser cuidadosos con lo que decimos, escuchamos y miramos es la mejor manera de preservar nuestra serenidad y optimismo.
CASI TODO el mundo ha visto alguna vez una reproducción de “los tres monos sabios”, como se conoce a estos animales que se tapan los ojos, los oídos y la boca, respectivamente. Sin embargo, pocos saben el significado para la vida cotidiana de esta escultura de madera del siglo XVII.
Emplazados en un establo del santuario de Toshogu, en un pueblo de montaña al norte de Tokio, la traducción de sus propios nombres – Mizaru, Kikazaru e Iwazaru– es “no ver, no oír y no decir”, pero ¿a qué se refiere exactamente? El origen de estos populares animales podría estar en un proverbio que dice: “No veas lo malvado, no escuches lo malvado, no digas con maldad”, y que, al parecer, proviene de las escrituras de Confucio.
Sin embargo, existe un paralelismo entre el mensaje de los monos y los tres filtros de Sócrates.
EXISTE UN PARALELISMO ENTRE EL MENSAJE DE LOS MONOS Y LOS TRES FILTROS DE SÓCRATES
De forma muy resumida, esta historia atribuida al sabio ateniense cuenta que un discípulo acudió a su casa para comunicarle que un amigo suyo le había estado criticando. Antes de que el mensajero pudiera proseguir, Sócrates le preguntó si ya había pasado aquello que quería decirle por los tres filtros, que se corresponden con estas tres preguntas:
Verdad: ¿Has examinado con detenimiento si aquello que quieres decir es verdadero en todos sus puntos?
Bondad: ¿Lo que quieres explicar es por lo menos bueno?
Necesidad: ¿Es imprescindible que cuentes esto?
En el caso de Sócrates, su discípulo contestó a los tres filtros con un “no”, a lo que el sabio contestaría:
–Si lo que querías contarme no es verdadero, ni bueno ni necesario, mejor enterrémoslo en el olvido.
El mono que se cubre la boca, Iwazaru, está relacionado con los tres filtros de Sócrates, que son un método para no transmitir el mal. Las personas que se andan siempre con chismes pueden resultar amenas al principio, pero quienes las escuchan se ponen inmediatamente en guardia, ya que temen –acertadamente– ser el objeto de las críticas en una próxima ocasión. Por lo tanto, hablar mal de los demás nos desacredita.
La lección del mono que se tapa los oídos, Kikazaru, es que, siempre que nos sea posible, conviene no escuchar los mensajes negativos que nos quieren transmitir los demás, o incluso los medios de comunicación. Aunque no propaguemos directamente las habladurías, el hecho de escucharlas ya intoxica nuestra mente.
Sobre este segundo mono, que se sitúa a la izquierda del que calla, en Japón no es raro que una persona pida permiso para explicar a otra malas noticias. Y su interlocutor puede decidir no ser receptor del mensaje negativo para preservar su propio clima mental.
CUANDO ALGUIEN QUIERA HABLAR SOBRE OTRA PERSONA, PODEMOS DESVIAR LA CONVERSACIÓN HACIA OTRO TEMA
Yo mismo tuve con un amigo de Tokio la siguiente conversación:
Esta semana ha estado llena de hechos funestos. ¿Te los puedo contar?
–No, por favor. Hoy me he levantado con un estado de ánimo alegre y me gustaría permanecer así. Ya me lo cuentas más adelante, ¿vale?
Sin llegar a este extremo, cuando alguien quiera hablar sobre otra persona, podemos desviar la conversación hacia otro tema, lo cual equivaldrá a taparnos los oídos, pero sin ofender al otro.
El tercer mono, Mizaru, nos recomienda no mirar hacia el lado oscuro de la realidad, a no ser que estemos saliendo de un pozo. Cada día nos suceden muchas cosas positivas y negativas. Si ponemos nuestros sentidos en estas últimas, todo nos resultará difícil y desesperante. En cambio, si nos enfocamos hacia el lado soleado del mundo, incluyendo las virtudes de los demás, avanzaremos mucho más ligeros.
La enseñanza de estos tres animales sabios se puede resumir así: tu mente crea tu mundo, así que vigila lo que entra y sale de ella.
Francesc Miralles es escritor y ensayista.

Tomado de: RED FILOSÓFICA DEL URUGUAY

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Me estoy dando el permiso...

"Me estoy dando el permiso de ir a mi propio ritmo, ya no quiero apurar nada, me agotaron las comparaciones, mi mundo interior es sagrado. Me estoy dando el permiso de tener relaciones sanas, verdaderas, donde todo sea mutuo, ya no quiero exigirme y ni exigir. Me estoy dando el permiso de dejar de sostener lo insostenible, de respetar lo que mi cuerpo experimenta y aceptar. Me estoy dando el permiso de tomar decisiones, aunque a veces cueste, porque por algún tiempo mis elecciones dependieron de cómo el otro reaccionaría ante ellas, entregándoles mi poder personal. Me estoy dando el permiso de ser yo misma, y por momentos me sorprende, me siento más liviana, con paz. Me estoy dando el permiso de expresar mis emociones, llorar si lo necesito, ver mi parte oscura y abrazarla con amor. Me estoy dando el permiso de seguir descubriendo mi sótano, ese lugar que está lleno de lo que por mucho tiempo no quise ver o me incomodaba. Me estoy dando el permiso de decir no, esta vez sin cu

Un reportaje a Luisa Cuesta

Hace unos años entrevisté a Luisa Cuesta en su casa. Recuerdo que una tarde me recibió con una mesa con galletas y me ofreció té o café. “Café está bien”, le dije. La observé ir y venir en silencio. Era un cuerpo frágil que se movía con la firmeza de un rayo. Cuando apareció con el café - que traía en una taza antigua y de colores - , se sentó al otro lado de la mesa. Hablamos un largo rato. Me contó su vida y su crianza en una familia de anarquistas. En un momento, cuando la noche ya se colaba por la ventana, le pregunté por su hijo Nebio. Sobre todo, por la mañana de principios de 1976 cuando se enteró de su desaparición. Ella trabajaba en ese entonces en un taller de chapa y pintura. El dueño del local atendió una llamada desde Buenos Aires. “Es para vos, Luisa”, le dijo extendiéndole el tubo. Luisa sonrió y se aprontó para oír noticias de su hijo, su nuera Alicia y su pequeña nieta, Soledad, que vivían en Argentina desde casi tres años antes y la llamaban con cierta frecuencia. La

Carlos Liscano

El jueves 25 de mayo de 2023 falleció el escritor Carlos Liscano. Fue integrante del MLN-Tupamaros, detenido en 1972, cuando tenía 22 años, y permaneció preso hasta 1985. Ensayó sus primeros escritos en prisión y siguió creando en Suecia, donde residió tras su liberación. En 1996 volvió al país participando con colaboraciones en Brecha y El País Cultural, entre otros medios. En 2001 publicó El furgón de los locos, tal vez su obra fundamental, en la que da cuenta de su experiencia como detenido durante la dictadura. “Hace días que estoy en un cuartel del Ejército, encapuchado hasta los hombros; el pantalón, la camiseta, el calzoncillo, los zapatos empapados. Tengo 23 años. No sé que día ni que hora es. Sé que es de noche, tarde. Acaban de traerme de la sala de tortura, que está en la planta baja, descendiendo la escalera, doblando a la izquierda. Se oyen los gritos, un torturado, otro, y otro y otro, toda la noche. No pienso en nada. O pienso en mi cuerpo. Está sucio, golpeado, cans