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Corazón agradecido


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Fernando vive en un piso muy pequeño. Consagra casi todo su tiempo al trabajo. Un trabajo en el que gana muy poco. El escaso tiempo libre que le queda se lo dedica a sus amigos o a su madre. Fernando tiene una vida normal, como cualquier otra persona. Tiene sus momentos malos, y sus momentos buenos. Y sin embargo, aunque Fernando no es rico, ni tiene un trabajo perfecto, y muchas veces no disfruta de lo que le ha tocado vivir; es feliz. Porque celebra cada pequeño regalo que le ofrece el día. Ha aprendido a centrarse en lo positivo en lugar de sufrir y machacarse con los problemas Esta pequeña historia puede parecer muy simple. Puede parecer que no transmite nada nuevo. Pero en esta historia se encuentra la clave principal para lograr la felicidad.
La mayoría de nosotros nos torturamos cuando cometemos algún error o fracasamos en algo. Cuando esto ocurre, suele venirnos a la mente un acontecimiento anterior similar al que acabamos de vivir y en el que fallamos de la misma forma. Y esto nos lleva a la inseguridad y a la insatisfacción, ya que muchos de los pensamientos que tenemos se encuentran distorsionados y son catastrofistas: Siempre me pasa lo mismo, esto no tiene arreglo, nunca lo conseguiré… para acabar con esto deberíamos asumir la falta de control que tenemos sobre la vida, animarnos en momentos duros, cambiar de actitud hacia una más positiva y usar el sentido del humor en las situaciones límite.
La psicóloga María Jesús Álava expone así su filosofía acerca de cómo hallar la felicidad: “Si nos preguntaran si queremos ser felices la mayoría contestaríamos de manera afirmativa. Pero resulta imposible alcanzar la felicidad si antes no hemos aprendido a perdonarnos. Perdonar nos ayudará a seguir aprendiendo de nuestras experiencias, a no perder nuestra autoestima y a mantener nuestro equilibrio emocional. El hecho de perdonar nos libera de emociones que podrían llevarnos a análisis sesgados, que nos impedirían ver la realidad tal y como es”.
Álava, autora del libro Las tres claves de la felicidad, opina además, que las barreras que nos ponemos entre nosotros y nuestro bienestar pueden venir de una educación centrada en lo negativo. Solemos ser demasiado críticos con nosotros mismos y nos centramos más en nuestras debilidades que en nuestras fortalezas. Esto puede deberse a que desde pequeños nos han enseñado a prestar más atención y dar más importancia a los problemas, que a las vivencias positivas. Es más sencillo que se regañe a un niño por sacar una mala nota, que el que se le felicite por sacar una nota buena, pero no excelente.
Por eso la solución a todos los problemas y la que nos lleva a ser felices es el agradecimiento. Hay que saber quererse y perdonarse los errores. Porque la felicidad no se encuentra; se construye cada día ya que no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos.
Hugo Muñoz Arévalo
Periodista

Tomado  de:  http://ccs.org.es

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