Ir al contenido principal

Entradas

"Si tienes un libro, nunca vas a estar solo"

«A mí lo que me ha salvado son los libros que he leído. Pero principalmente, de la soledad. Por ejemplo, ocurre mucho en las giras, cuando a un avión le pasa algo y nos quedamos todos tirados en un aeropuerto, que los músicos se desesperan, no saben qué hacer. Pero yo, si tengo un buen libro, ¡estoy feliz! Los libros me acompañan, me ayudan a pensar, a vivir un montón de vidas distintas a la mía. En lugar de estar como un animal enjaulado mirando a un avión que va a salir en seis horas, puedo estar en la antigua Roma viviendo las vidas de otros. Creo que ese es el único consejo que me he atrevido a dar en la vida: si tienes un libro, nunca vas a estar solo». -Joaquín Sabina. Tomado de:  Facebook
Entradas recientes

Reflexiones de Joaquín Sabina

"Jamás pensé llegar a los 72 cantando y escribiendo. Mi padre murió de alzhéimer, y eso me aterroriza. Nunca jamás pensé llegar a mi edad haciendo giras, cantando, escribiendo canciones... Es un regalo de la vida que no creo haber merecido. Amanece peor cada día, Y, a pesar de las horas hermosas, las goteras son tan enojosas la ira de Dios tan impía que al final, con el alma vacía, uno deja que pasen las cosas como trenes, como mariposas que no saben morir todavía. Yo prefiero soñar que mañana, de repente por una ventana se me cuelen volando las musas, y feliz, surcando esa ola, enrojezco como una amapola y me pongo a cantar sin excusas.  Porque las emociones se ajan y envejecen y el destino baraja picas y corazones y clones de otros clones los niñatos parecen muertos de vacaciones Queda apenas el alma de la palabra escrita, renglones con borrones de tinta hospitalaria, con Borges y un tequila de más ¿quién necesita caricias mercenarias? Los bienaventurados bien crudo

¿Cuál es el propósito de la lectura?

“He leído muchos libros, y me he olvidado de la mayoría; pero entonces, ¿cuál es el propósito de la lectura?"  Esta fue la pregunta que un alumno le hizo una vez a su maestro.  El maestro no respondió en ese momento; sin embargo, después de unos días, mientras él y el joven alumno estaban sentados cerca de un río, dijo que tenía sed y le pidió al niño que le trajera un poco de agua con un colador viejo y sucio que había en el suelo.   El alumno se sobresaltó, porque sabía que era un pedido sin lógica. Sin embargo, no pudo contradecir a su maestro y, habiendo tomado el colador, comenzó a realizar esta absurda tarea.   Cada vez que sumergía el colador en el río para traer un poco de agua para llevar a su maestro, ni siquiera podía dar un paso hacia él, ya que no quedaba ni una gota en el colador.  Lo intentó y lo intentó decenas de veces pero, por mucho que trató de correr más rápido desde la orilla hasta su maestro, el agua siguió pasando por todos los agujeros del tamiz y se perdi