En todos los casos, el enemigo principal y declarado de la razón sigue siendo la religión. Porque toda religión incita a la obediencia, a la sumisión, a la docilidad ante sacerdotes que supuestamente enseñan lo que hay que creer, decir y pensar pero que con sus actos demuestran otra realidad. A la religión no le va la razón que aleja de lo irracional, de las supersticiones, de las creencias con las cuales se conduce, guía y embrutece fácilmente a la mayor parte de los hombres. La fe y la razón se oponen violentamente. Allí donde funciona la primera, no hay lugar para la segunda, y viceversa.
Por un lado, la plegaria y el miedo a los castigos; por otro, la reflexión y la seguridad en las decisiones.
El fanatismo no lleva a ninguna parte, simplemente estanca y hace creer un avance espiritual.
Con el conocimiento cada uno encuentra su verdad a medida de su evolución que no viene a ser impuesta por la religión o creencias, sino por su propia experiencia adquirida.
Tomado del muro de Facebook de PILI MIRONGA
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