Qué un uruguayo muera de frío en la calle es un síntoma de algo peor
por Hector Casavieja Píriz
Algo muy negativo está en marcha en Uruguay. Con lentitud pero con seguridad nos vamos percatando de que no estamos ante un gobierno normal sino ante un gobierno compuesto por extrañas figuras, algunas de ellas situadas muchas veces en circunstancias dudosas, fotografiados al lado de gente con la que seguramente ya no desearían haber sido fotografiados, o involucrados en oscuras grabaciones de audio. Pero son ciertos hechos los que actúan como síntomas para medirle la temperatura a la atmósfera gélida que se está generando.
Un hombre murió de frío en la calle a fin de junio de este 2020. Tenía 31 años. Ese mismo mes ya se habían registrado dos muertes más por hipotermia en la calle ante las cuales el gobierno hubiera podido reaccionar para evitar una muerte horrorosa más. Pero no lo hizo, eso está claro y más que claro. Y no solo no lo hizo sino que en este tercer caso el fallecido había reclamado hasta que fue golpeado, conducido y expulsado de nuevo a la calle, que le dieran refugio de una noche terrible en la cual en el país se había decretado la alerta naranja, es decir, un cierto riesgo de vida a causa de las condiciones climáticas. Lo echaron de nuevo a la calle, no se hicieron todos los esfuerzos posibles para al menos no permitir que muriera de esa manera tétrica.
Es un síntoma, un síntoma de que algo no funciona en la psicología de este gobierno. Algo está desconectado en la mentalidad que reina en él, algo que implica la falta de empatía mezclada con vanidad y despliegues mediáticos, una falta de empatía que se puede asociar, por supuesto, a esa campaña de odio transversal que lo llevó al poder, una campaña en la que los que ahora gobiernan intentaron atraer el voto de los que siempre creyeron que la ayuda social es un desperdicio de tiempo y dinero, o el voto de los que pedían mano dura e impune contra la delincuencia, muerte en el acto del delincuente si es posible, o el voto de los que añoraban la disciplina dictatorial y el ejercicio de la fuerza desde el poder. Y es un síntoma para nada aislado pues en días anteriores un grupo de personas se habían justamente manifestado frente a un refugio estatal para pedir que se les tuviera consideración al menos en los días de alerta naranja y eso quedó registrado, efectivamente en las pantallas de televisión.
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Solo un tiempo antes ese mismo gobierno pedía a los medios que lo apañan y acarician que dieran cobertura a la apertura de un hotel para dar refugio a indigentes. Solo un tiempo antes ese mismo gobierno era exaltado a través de los focos de los canales de televisión cuando ayudaba a extranjeros atrapados en un crucero contaminado con el COVID19 a salir de su situación. Pero los focos se apagaron, el brillo de los primeros momentos se extinguió y luego supimos que estaba muriendo gente de frío tirada en la calle. Y luego vimos que, desprevenidamente, en uno de los canales de televisión se filtró la noticia nunca realmente cubierta de que había madres con niños durmiendo en la calle. El editorial apareció por un momento en la pantalla y luego fue rápidamente quitado. Fue una revelación mediática inesperada, es decir, otro síntoma de que algo muy negativo está en marcha en este país.
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Pero hay muchos más síntomas. No hace mucho pudimos ver por la calle a los trabajadores de una importante empresa nacional, Chic Parisien, protestar por despidos masivos e indiscriminados que incluían, según ellos mismos afirmaban, un ataque a la organización sindical. 180 despidos y no vimos la cobertura mediática que esta situación ameritaba. Se dirá que fueron despidos aislados en un caso puntual pero solo un tiempo antes, también en el mes de junio se daba la noticia de que 370 trabajadores eran despedidos de la curtiembre Zenda. Se dirá también que la situación epidémica es la causa de esta debacle en la vida de los trabajadores pero…¿Cuáles fueron las medidas que tomó el gobierno para proteger a los trabajadores? ¿Aumentar los impuestos de manera indirecta? ¿Aumentar las tarifas de los servicios públicos? ¿Negarse a bajar el precio de los combustibles cuando el precio del petróleo a nivel mundial es históricamente bajo? ¿No hacer nada frente al creciente precio de los alimentos que son prácticamente el centro de la economía de muchas familias, poniendo en manos del esfuerzo común del pueblo llano la creación de ollas populares para evitar el hambre? En lugar de preocuparse por el pueblo trabajador este gobierno ha declarado abiertamente que intentará siempre y sobre todo ayudar al mundo empresarial. Y será para ello que decidieron en este momento endeudar al país por varios cientos de millones de dólares con el Banco Mundial, una entidad que se encuentra controlada al igual que el FMI por los intereses geopolíticos de EEUU.
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Así es, mientras hay uruguayos que mueren de frío en la calle, mientras quede a la vista en un canal de televisión que hay madres con sus hijos durmiendo en la calle, mientras muchos golpean a las puertas de los refugios y reciben una respuesta tan fría como el invierno que los espera allá afuera, el gobierno se endeuda con un organismo financiero que de nuevo alinea al país en el sendero de servir de súbdito a la potencia hemisférica que siempre ha querido controlar al pueblo latinoamericano. Y el rompecabezas cierra cuando nos enteramos que este gobierno en lugar de propulsar la agenda histórica, nacida en la época de Eisenhower en relación a que el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo sea un latinoamericano como lo fuera el uruguayo Enrique Iglesias, de reconocida trayectoria, ha dado su beneplácito a la agenda del gobierno estadounidense actual, encabezado por Donald Trump, en cuanto a poner en ese cargo a un representante de EEUU. ¿Este es el nacionalismo que propugnan? ¿Este es artiguismo y patriotismo del que hablan?
Pero hay muchos más datos de la realidad reveladores de lo que está sucediendo y de lo que todavía puede suceder trágicamente a los uruguayos, en masa o yendo tras de cada grupo vulnerable en sucesión demoledora. Por ejemplo, está la supresión de los servicios de traslado aéreo de pacientes médicos que acaba de ser denunciada. Un servicio destinado a salvar vidas cuando ya no queda tiempo que esperar ha sido desmantelado. Se ahorra a costa de sufrimiento mientras se crean oscuras deudas que atan al país a la voluntad de una potencia extranjera.
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Y notoriamente el gobierno está en proceso de desmantelar las capacidades reales del Ministerio de Desarrollo, que fuera creado para ayudar a los más desprotegidos de la sociedad en situaciones similares a esta de crisis sanitaria y económica. Así lo afirma el sindicato que agrupa a los trabajadores de esa institución que han denunciado el desmantelamiento financiero del Sistema de Cuidados, la disminución de recursos en tantos rubros como uno pueda imaginar, la quita de personal para fiscalizar centros donde se alberga a personas mayores y así sucesivamente. Con esto y todo lo anterior nos podemos hacer un panorama de lo que este gobierno tiene en el centro de su psicología fundamental: no es solo la falta de empatía, es una sistemática, planificada intención de desarmar la asistencia social y entregar la sociedad a la persecución insolidaria de la mera sobrevivencia donde el que resista seguirá adelante y el que no le tocará quizás morir de frío tirado en algún callejón.
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