Luisa Cuesta nació en 1920, en Soriano,trabajó en un taller de chapa y pintura hasta el 28 de junio de 1973, al día siguiente del golpe de Estado, cuando fue encarcelada por siete meses. Su hijo, Nebio Melo Cuesta, estaba vinculado al Partido Comunista Revolucionario y por ello el Servicio de Información de Defensa pidió su captura en 1973. A comienzos de 1974 se exilió en Argentina con su esposa y su hija; fue secuestrado en 1976, cuando tenía 32 años, y nunca más se supo de él. Su madre lo buscó desde entonces, primero en Argentina, luego desde Europa conformando asociaciones de personas que buscaban a sus familiares desaparecidos.
Luisa Cuesta volvió a Uruguay en 1985 y se integró al grupo de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos-Desaparecidos. «Éramos todos familiares de desaparecidos, perteneciéramos al lugar que hubiéramos pertenecido… llega un momento que los familiares son todos tuyos, no peleás por el tuyo, peleás por todos», leyó Álvaro Rico en la entrega del Honoris Causa citando la investigación coordinada por los docentes Carlos Demasi y Jaime Yaffé, consignada en el libro Vivos los llevaron. Historia de la lucha de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos (1973-2005). El decano destacó que en 1989, cuando la ciudadanía uruguaya ratificó la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, se desató una profunda crisis en el grupo de Familiares y que el colectivo fue continuado por un pequeño núcleo entre las que se encontraban «Luisa Cuesta, Amalia González, Hortensia Pereira, Milka González y otras mujeres-madres a quienes también homenajeamos hoy en el nombre de Luisa».
«Desde aquellos primeros días de febrero de 1976 hasta hoy, Luisa se constituyó, sin dudas, en un ejemplo de compromiso ético, social y ciudadano en nuestro país, en la búsqueda incansable del destino de los detenidos-desaparecidos y en la búsqueda de su único hijo, Nebio», expresó Rico.
Luisa falleció sin saber qué pasó con su hijo
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