¿Cuántas veces ha comprado un dispositivo electrónico, solo para descubrir que ha dejado de funcionar correctamente poco tiempo después de la compra?
Gastó tanto dinero en eso y, de repente, se siente triste al saber que ya no funciona correctamente. ¿El resultado? Ahorros malgastados, mano de obra, energía y recursos desperdiciados, sin mencionar los desechos tóxicos que terminan en los vertederos, envenenando nuestro planeta.
Pero ¿por qué es así? ¿Por qué la vida útil de la mayoría de los productos es tan corta, considerando los modernos medios tecnológicos de producción avanzados?
Consumo cíclico y obsolescencia programada
Nuestro sistema económico se basa en el consumo: cuanto más compramos, más dinero ingresa a la economía y, por lo tanto, más crece la economía. Si el dinero dejara de moverse, el sistema económico estaría destinado al colapso ya que la oferta de trabajo se estancaría y las personas no tendrían dinero para pagar los productos y servicios que necesitan o desean.
Hay dos formas principales en que nuestra sociedad logra que la gente siga comprando cosas:
En primer lugar, a través de la publicidad. Estamos expuestos a miles de anuncios cada día, cuyo único propósito es convencernos de que sigamos comprando con la promesa de que hacerlo mejorará nuestra vida. A través de la publicidad, las empresas han logrado confundir nuestras necesidades con falsas expectativas, lo que nos hace desear adquirir cosas que realmente no necesitamos, de modo que podamos llenar sus bolsillos vaciando los nuestros, haciendo circular el dinero y las mercancías.
En segundo lugar, a través de la obsolescencia planificada, aunque muchos aún no la entienden. Si no lo sabía, la obsolescencia programada es una técnica de producción que obliga a las personas a comprar más y más cosas innecesariamente, al proporcionar a las personas productos de corta duración. En lugar de crear bienes con la intención de que duren todo lo que sea técnicamente posible, considerando que estamos viviendo en un planeta finito con recursos finitos, así como la importancia de ahorrar material y energía humana, las empresas cuyo único interés es lograr ventas, diseñan a propósito productos de baja calidad que pronto se romperán, a fin de asegurar compras repetidas.
La obsolescencia programada y The Phoebus Light Bulb Cartel
A principios del siglo XX, la eficiencia técnica provocada por el desarrollo industrial en los Estados Unidos aumentó dramáticamente, lo que resultó en la creación de productos de mayor calidad a un ritmo mucho más rápido. Aunque ese fue un gran éxito desde el punto de vista tecnológico, se encontró que el hecho de que los bienes producidos aumentaran su vida útil ralentizaba el consumo, por lo que aquello era un anatema para la economía.
Para evitar que esto no empeorara aún más, se alentó a las personas a hacer más compras, pero se encontró que maniobra por si sola no podía hacer una diferencia significativa. La “solución” dada en la década de 1930 era hacer que fuera legalmente obligatorio para todas las industrias producir bienes de menor duración, lo que se creía que ayudaría a reducir el desempleo y aumentar el consumo.
Esto nos lleva al caso del cártel de bombillas de luz Phoebus. En la década de 1930, una sola bombilla podría durar hasta 25,000 horas, pero el cartel obligó a todas las compañías a producir bombillas limitadas a una vida máxima de 1,000 horas para aumentar la demanda.
Para asegurarse de que las personas realicen compras repetidas, la mayoría de los fabricantes hoy en día crean productos que tienen ciclos de vida cortos. En otras palabras, los productos vendidos por la mayoría de las compañías han sido diseñados intencionalmente de tal manera que se romperán poco después de haberlos comprado, a fin de instar al público en general a comprar más en el futuro. Otra manera de lograr el mismo efecto es promover la novedad, incentivando el abandono de productos aún útiles para obtener “lo último en innovación” en el mercado, así como estimular modas lo más cambiantes posibles.
Eficiencia de mercado vs Eficiencia técnica
En nuestro sistema económico, que se basa en el consumo cíclico, la eficiencia técnica y el uso durable es perjudicial para la eficiencia del mercado; ambos no pueden coexistir de ninguna manera. El aumento de la eficiencia técnica y el buen uso disminuye la eficiencia del mercado, lo que que interrumpiría el flujo de nuestra economía basada en el consumo y flujo perpetuo del dinero.
¿Pero qué tan estúpido es seguir teniendo un sistema económico como éste, sabiendo lo técnicamente ineficiente que es, así como sus tremendos impactos negativos en la sociedad y en el mundo natural? En lugar de instar a la gente a comprar cada vez más, ¿no sería más inteligente utilizar nuestro conocimiento científico actual para crear un sistema económico basado en la eficiencia técnica, el uso durable y la sostenibilidad ambiental?
Quisiera dejarle ahora con estas preguntas en mente, lo que espero le ayude a darse cuenta de cuán obsoleto es nuestro sistema económico y lo insto a buscar información sobre cómo se pueden implementar sistemas económicos alternativos que realmente promuevan el bienestar social y ambiental.
POR SOFO ARCHON
TOMADO DE : RED FILOSÓFICA DEL URUGUAY
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