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Plástico: la plaga química del siglo XXI

Unas 8.300 millones de toneladas de esta sustancia han sido producidas a lo largo de la historia de la humanidad.
Ajay Verma / Reuters / (11/11/17)
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El plástico podría convertirse en el símbolo ominoso de la civilización global humana. Este material solo comenzó a producirse a escala industrial y utilizarse de forma masiva desde 1950 y ahora se lo puede ver esparcido por casi todos los lugares. Hasta existen mares de plástico, un duro golpe para la ecología, puesto que esta sustancia requiere entre cientos y miles de años para descomponerse.
Un equipo de científicos estadounidenses —de la Universidad de Georgia, la Universidad de California y la asociación Sea Education— apunta a la situación crítica en torno a la producción de los plásticos y su destino posterior, tras haber realizado este año el primer estudio a escala global y que reúne los datos de decenas de fuentes de diversa índole sobre este material.
En su estudio —publicado en la revista Science Advances— los investigadores calculan que hasta el 2015 se han producido 8.300 millones de toneladas de plástico, lo que equivaldría al peso de un millón de torres Eiffel o correspondería a unos 1.100 kilos de plástico por cada persona.
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En esto no paran las cifras que retratan la realidad ominosa de la nueva plaga del siglo XXI. Aquí vienen tres datos más:
En los últimos 13 años la humanidad ha producido la mitad de todo el plástico del planeta.
En 1950 se producían dos millones de toneladas anuales de plástico, mientras que en el 2015 esta cantidad se ha disparado hasta las 381 millones de toneladas.
La humanidad utiliza solo el 30% del plástico. Los restantes 70% —unos 6.000 millones de toneladas— permanecen en forma de residuos. De esta cantidad, solo el 9% ha sido reciclado, el 12% ha sido calcinado y el 79% se encuentra en basureros o esparcido por el medio ambiente.

Bendición y maldición del plástico
La popularidad del plástico se explica por lo que el agua no puede penetrar este material y por el hecho de que puede adquirir varias propiedades: ser rígido o flexible; duro o blando; opaco o transparente, entre otras cosas.
Pero al dejarse llevar por el encanto del plástico nuestra sociedad consumista debe recordar los peligros que supone para el medioambiente.
El plástico se usa cada vez más para aplicaciones de muy corto tiempo, como el empaquetado de productos de un solo uso o la comida para llevar. Los investigadores alertan: la mitad del plástico que producimos se transforma en residuo en cuatro o cinco años.
Ninguno de los plásticos de uso común es biodegradable. Los residuos acumulados por la humanidad la acompañarán durante cientos o miles de años.
El plástico no es un material renovable, ya que los monómeros que se utilizan para fabricarlo —como el etileno y el propileno— en su mayor parte se obtienen de hidrocarburos fósiles y productos derivados del petróleo.
El plástico no desaparece por completo. Lo que sucede es que la luz debilita el material y lo pulveriza en partículas de hasta de micras de diámetro. Estas partículas, que pueden alcanzar el tamaño de milímetros, luego se dispersan en el aire, el suelo y en los mares.
Según las extrapolaciones, y si no cambia nada en el manejo y la producción del plástico, para el 2050 el mundo contará con 13.000 millones de toneladas de este material. Por esta razón los autores del estudio llaman a la humanidad a que haga un uso más razonable de los plásticos que, al llevar comodidad y afluencia a nuestras vidas, pueden dañarla de un modo catastrófico.

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